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viernes, 31 de mayo de 2013

LA MATRIX 8





              LA MATRIX  8

LA REBELION DE LOS DIOSES

EL ESTALLIDO DE LA REBELIÓN

Poco después de la inspección de Satanás, cuando la administración planetaria estaba en vísperas de realizar algo grande en Urantia, a mediados del invierno de los continentes septentrionales, un día Caligastia sostuvo una prolongada conferencia con su asociado Daligastia, después de la cual este último convocó a los diez consejos de Urantia a una sesión extraordinaria. Esta asamblea se inauguró declarando que el Príncipe Caligastia estaba a punto de proclamarse soberano absoluto de Urantia y que exigía que todos los grupos administrativos abdicasen, cediendo todas sus funciones y competencias a Daligastia en su calidad de fideicomisario, hasta tanto que se reorganizara el gobierno planetario y, posteriormente se redistribuyeran estos cargos de autoridad administrativa.
La presentación de esta sorprendente exigencia fue seguida por el discurso magistral de Van, presidente del
consejo supremo de coordinación. Este ilustre administrador y capaz jurista tildó el proceder propuesto por
Caligastia de acto que rayaba en la rebelión planetaria y exhortó a los presentes a abstenerse de toda
participación hasta tanto se pudiera presentar un recurso de apelación ante Lucifer, el Soberano del Sistema de Satania; y se granjeó el apoyo de todo el séquito. Como corresponde, se interpuso apelación en Jerusem y llegaron sin tardanza las órdenes que designaban a Caligastia como soberano supremo en Urantia y que
exigían absoluta e incondicional lealtad a sus mandatos. A esta sorprendente comunicación el noble Van
contestó con su memorable alocución que duró siete horas, en que acusó oficialmente a Daligastia, Caligastia y Lucifer de desacato a la soberanía del universo de Nebadon; y apeló a los Altísimos de Edentia para su apoyo y confirmación. Entretanto, se habían cortado los circuitos del sistema; Urantia quedó aislada. Todos los grupos de vida celestial en el planeta, de repente y sin aviso, se hallaron aislados, totalmente incomunicados de asesoría y consejos exteriores.
Daligastia proclamó formalmente a Caligastia «Dios de Urantia y supremo sobre todos». Ante esta
proclamación, las cuestiones quedaban claramente planteadas; y cada grupo se apartó y comenzó
deliberaciones, discusiones destinadas a determinar a la larga la suerte de toda personalidad superhumana en
el planeta.
Se implicaron los serafines, querubines y otros entes celestiales en las decisiones de esta encarnizada lucha,
este dilatado y pecaminoso conflicto. Muchos grupos superhumanos que, por azar, estaban en Urantia cuando se aisló, fueron detenidos aquí y, como los serafines y sus asociados, se vieron obligados a elegir entre el pecado y la justicia —entre el camino de Lucifer y la voluntad del Padre invisible.
Continuó esta lucha durante más de siete años. Las autoridades de Edentia no quisieron inmiscuirse, ni se
inmiscuyeron de hecho, ni quisieron intervenir, ni intervinieron de hecho, antes de que todas las personalidades interesadas hubiesen tomado una decisión final. Van y sus asociados leales no recibieron reivindicación y liberación de su prolongada ansiedad e intolerable expectación hasta tal momento.

LOS SIETE AÑOS CRUCIALES

El consejo de los Melquisedek trasmitió el estallido de la rebelión en Jerusem, la capital de Satania.
Inmediatamente se enviaron los Melquisedek de emergencia a Jerusem, y Gabriel se ofreció para actuar de
representante del Hijo Creador, cuya autoridad se había impugnado. Al dar a conocer por transmisiones el
incidente de la rebelión en Satania, el sistema se aisló, se puso en cuarentena ante sus sistemas hermanos.
Había «guerra en el cielo», en la sede central de Satania, y ésta se propagó a todos los planetas del sistema
local.
En Urantia cuarenta miembros del séquito corpóreo de cien (Van inclusive) rehusaron sumarse a la
insurrección. Muchos de los asistentes humanos (modificados o no modificados) del séquito también eran
valientes y nobles defensores de Miguel y su gobierno del universo. Se sufrieron fuertes pérdidas de
personalidades entre los serafines y querubines. Casi la mitad de los serafines administradores y los de
transición que se habían asignado al planeta se unió a su jefe y a Daligastia apoyando la causa de Lucifer.
Cuarenta mil ciento diecinueve de los seres intermedios primarios hicieron causa común con Caligastia, pero el resto de estos seres quedó fiel a su encargo.
El traicionero Príncipe movilizó a los seres intermedios desleales y a los otros grupos de personalidades
rebeldes y los organizó para ejecutar sus órdenes, en tanto que Van juntó a los seres intermedios leales y los
otros grupos fieles e inició la gran batalla por la salvación del séquito planetario y de otras personalidades
celestiales aisladas.
Durante la época de esta lucha los leales moraron en un asentamiento mal protegido y sin muralla a unos
kilómetros al este de Dalamatia; sin embargo, los alertas y siempre vigilantes seres intermedios leales
montaban guardia de sus moradas día y noche, además de que en su posesión estaba el valiosísimo árbol de
la vida.
Al estallar la rebelión, los querubines y serafines leales, con ayuda de los seres intermedios fieles, asumieron la custodia del árbol de la vida y sólo a los cuarenta leales del séquito y a sus mortales modificados asociados les permitieron tomar del fruto y de las hojas de esta planta de la energía. Había cincuenta y seis de estos asociados andonitas modificados en el séquito, y dieciséis de los asistentes andonitas que servían a los miembros desleales del equipo se negaron a rebelarse a la vera de sus amos.
 A través de los siete años cruciales de la rebelión de Caligastia, Van se dedicó plenamente a la labor de servir a su leal ejército de hombres, seres intermedios y ángeles. La compenetración espiritual e inmutabilidad moral que hicieron posible que Van mantuviera tan inconmovible actitud de lealtad al gobierno del universo fueron el resultado del pensar lúcido, el raciocinio prudente, el juicio lógico, la motivación sincera, la intención altruista, la lealtad inteligente, la memoria experiencial, el carácter disciplinado y la dedicación incondicional de su
personalidad para hacer la voluntad del Padre en el Paraíso.
Esta espera de siete años fue un tiempo de examen de conciencia y disciplina del alma. Tales crisis en los asuntos de un universo demuestran la formidable influencia que ejerce la mente en cuanto factor de elección espiritual. La educación, la capacitación y la experiencia son factores que intervienen en la mayoría de las decisiones vitales de todas las criaturas morales evolutivas. No obstante, es indudablemente posible que el espíritu residente haga contacto directo con los poderes de la toma de decisión de la personalidad humana de tal forma que, a la voluntad plenamente consagrada de la criatura, le da fuerza para ejecutar extraordinarios actos de devoción leal a la voluntad del Padre en el Paraíso. Y esto fue precisamente lo que ocurrió en la experiencia de Amadón, el asociado humano modificado de Van. Amadón es el destacado héroe humano de la rebelión de Lucifer. Este descendiente varón de Andón y Fonta fue de los cien que contribuyeron el plasma vital al séquito del Príncipe, y desde aquel suceso, se había unido a Van en calidad de asociado y asistente humano. Amadón optó por apoyar a su jefe durante toda la prolongada y difícil lucha. Y fue una experiencia inspiradora, observar a este hijo de las razas evolutivas mantenerse impertérrito frente a las sofisterías de Daligastia, en lo que él y sus asociados leales resistían a todas las enseñanzas falaces del brillante Caligastia con inquebrantable entereza durante todo el septenio de lucha. Caligastia, con máxima inteligencia y vastas experiencias en los asuntos del universo, se descarrió —abrazó el pecado. Amadón, con mínima inteligencia y sin experiencia alguna del universo, permaneció firme, al servicio del universo y leal a su asociado. Van se valió tanto de la mente como del espíritu en una magnífica y efectiva combinación de determinación intelectual y compenetración espiritual, con lo cual logró un nivel experiencial de la realización de la personalidad de la clase más elevada que se puede conseguir. Cuando se unen plenamente la mente y el espíritu, existe la posibilidad de crear valores superhumanos, incluso realidades morontiales.
La narración de los sucesos conmovedores de estos trágicos días es interminable. Pero, por fin, cuando tomó la decisión final la última personalidad, entonces en ese momento llegó un Altísimo de Edentia con los
Melquisedek de emergencia para asumir la autoridad en Urantia. Se borraron los registros panorámicos del
reinado de Caligastia en Jerusem, y se inauguró la era probacionaria de la rehabilitación planetaria.

LOS CIEN DE CALIGASTIA DESPUÉS DE LA REBELIÓN

Al pasar lista final, se descubrió que los miembros corpóreos del séquito del Príncipe se habían alineado como sigue: Habían quedado leales Van y todo su tribunal de coordinación. Habían sobrevivido Ang y tres miembros del consejo de alimentación. Se dejaron llevar a la rebelión la junta de ganadería así como todos los asesores sobre el dominio de los animales. Se salvaron Fad y cinco miembros del cuerpo docente. Se unieron a Caligastia Nod y toda la comisión de industria y comercio. Hap y todo el colegio de la religión revelada permanecieron leales a Van y su noble bando. Se perdieron Lut y la entera junta de la salud. Permaneció leal en su totalidad el consejo de las artes y ciencias, pero se descarriaron Tut y la comisión del gobierno tribal.Así que de los cien se salvaron cuarenta, los cuales se trasladaron después a Jerusem, donde reanudaron su carrera al Paraíso.
Los sesenta miembros del séquito planetario que se rebelaron eligieron a Nod como jefe. Trabajaron con
entusiasmo para el Príncipe rebelde, pero no tardaron en descubrir que se les había privado del sustento de los circuitos vitales del sistema. Despertaron al hecho de que se les había degradado al estado de seres mortales.
Eran en efecto superhumanos, pero, al mismo tiempo, materiales y mortales. A fin de aumentar su número,
Daligastia ordenó de inmediato que recurrieran a la reproducción sexual, a sabiendas de que los sesenta
originales y sus cuarenta y cuatro asociados andonitas modificados estaban destinados a sufrir tarde o
temprano la extinción por la muerte. Después de la caída de Dalamatia, el séquito desleal emigró al norte y al
este. Sus descendientes se conocieron durante mucho tiempo como los noditas y su lugar de residencia como «la tierra de Nod».
La presencia de estos superhombres y supermujeres extraordinarios, aislados por la rebelión y, en este
momento, apareando con los hijos e hijas de la tierra, se prestó a aquellos cuentos tradicionales en que
descienden los dioses para procrear con los mortales. De este modo, se originaron las mil y una leyendas de
carácter mitológico, pero con fundamento en los hechos de los días posteriores a la rebelión. Andando el
tiempo, éstos llegaron a tener resonancia en los cuentos y tradiciones folclóricos de varias gentes, cuyos
antepasados habían participado en estos contactos con los noditas y sus descendientes.
Los rebeldes del séquito, privados del sustento espiritual, a la larga murieron por causa natural. Y gran parte de la idolatría subsiguiente de las razas humanas surgió del deseo de perpetuar la memoria de estos seres
enaltecidos de los tiempos de Caligastia.
Al venir a Urantia el séquito de los cien, se separaron temporalmente de sus Ajustadores del Pensamiento.
Enseguida de la llegada de los síndicos Melquisedek, las personalidades leales (con excepción de Van) se
volvieron a Jerusem y se reunieron con sus Ajustadores que los aguardaban. Desconocemos el destino de los sesenta rebeldes del séquito; sus Ajustadores aún aguardan en Jerusem. Los asuntos, indudablemente,
quedarán como están actualmente, hasta tanto la entera rebelión de Lucifer se juzgue finalmente y se decrete
el destino de todos los participantes.
A los ángeles y seres intermedios les costó mucho trabajo concebir que soberanos brillantes y confiados como Caligastia y Daligastia se descarriaran cometiendo un pecado traicionero. Aquellos seres que cayeron en el pecado —que no se sumaron a la rebelión de forma deliberada ni premeditada— fueron despistados por sus superiores y engañados por sus dirigentes, en los que confiaban. Asímismo resultó fácil granjearse el apoyo de los mortales evolutivos de mente primitiva.
Hace mucho tiempo que se arrepintieron de su locura con sinceridad la vasta mayoría de los seres humanos y superhumanos que fueron víctimas de la rebelión de Lucifer en Jerusem y en los distintos planetas
descarriados; y creemos honestamente que todos los penitentes sinceros, de alguna manera, serán
rehabilitados y se restaurarán en alguna fase del servicio del universo, en cuanto los Ancianos de los Días
lleven a término el juicio final de los asuntos de la rebelión de Satania, el cual acaban de iniciar.

LOS RESULTADOS INMEDIATOS DE LA REBELIÓN

Imperó gran confusión en Dalamatia y sus inmediaciones por casi cincuenta años después de la instigación a la rebelión. Se intentó la reorganización completa y radical de todo el mundo; la revolución desplazó a la
evolución como política de progreso cultural y mejoramiento racial. Avanzó repentinamente la condición cultural entre los residentes temporales superiores, los que se habían capacitado parcialmente en Dalamatia y sus alrededores; pero, cuando se pusieron a prueba estos nuevos y radicales métodos entre los pueblos más
remotos, hubo inmediatamente confusión indescriptible y pandemonio racial. Los primitivos hombres, a mitad de evolución, de aquellos días no tardaron en convertir la libertad en libertinaje.
Poco después de la rebelión, todo el séquito de la sedición acometió una vigorosa defensa de la ciudad contra las hordas de semisalvajes que sitiaron sus murallas como resultado de las doctrinas de libertad que,
prematuramente, se les habían impartido. Muchos años antes de sumergirse la hermosa sede central bajo las
olas meridionales, las tribus descaminadas y mal educadas de las regiones apartadas de Dalamatia ya se
habían abalanzado sobre la espléndida ciudad en asalto semisalvaje, impulsando hacia el norte al séquito
secesionista y sus asociados.
El esquema de Caligastia para la reconstrucción inmediata de la sociedad humana de acuerdo con sus
conceptos de la libertad individual y los derechos de los grupos, resultó un veloz y, en cierto modo, rotundo
fracaso. La sociedad pronto revirtió a su antiguo nivel biológico, y volvió a comenzar la lucha progresiva a partir de un punto no mucho más adelantado de donde se encontraba al principio del régimen de Caligastia; pues este levantamiento había dejado al mundo en un estado de suma confusión.
Azotó a Dalamatia una marejada ciento sesenta y dos años después de la rebelión; se sumergió la sede central planetaria bajo las aguas del mar; y no volvió a emerger esta tierra, hasta borrarse casi todos los vestigios de la noble cultura de aquellas espléndidas épocas.
Al sumergirse la primera capital del mundo, no albergaba sino a los tipos inferiores de las razas sangik de
Urantia, renegados que ya habían convertido el templo del Padre en capilla consagrada a Nog, el dios falso de la luz y el fuego.




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